GLOBUS

Desde tiempos inmemoriales el hombre tuvo necesidad de llevar a cabo la construcción de globos terráqueos para poder entender el planeta en el que estaba y cómo este funcionaba. Aquí la representación tridimensional del planeta Tierra está realizada sobre un soporte esférico de mármol travertino y la textura escenifica el relieve de los continentes, océanos y la división geográfica- territorial de los países en un sencillo pero elegante esbozo.

El "globus terrae" sería una forma muy común de referirse a nuestro planeta como así lo hizo Cicerón. Parece que la astronomía helénica ya no tenía dudas sobre la esfericidad de la Tierra y así, con esa forma, la construyó Crates de Malos en Cicilia a mediados del siglo II a.C. El paradigma fue gradualmente adoptado en todo el Viejo Mundo durante la antigüedad tardía y la Edad Media. Las expediciones de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, lograron poner en práctica este concepto de redondez del mundo y lo circunnavegaron, desplazando creencias anteriores en una Tierra plana.

Los primeros globos terráqueos únicamente representaban las tierras según el grado de conocimiento que se tenía en cada momento histórico. Los construidos por cartógrafos musulmanes durante la edad de oro del islam alcanzaron un alto grado de perfección y en los siglos posteriores los globos se construyeron como raros objetos destinados a la aristocracia y al clero, o en miniatura como objetos de viaje. En ocasiones iban acompañados de globos celestres y ya en el siglo XVIII con planetarios y esferas armilares con fines didácticos simulando el movimiento de los planetas alrededor del sol.

El globo terráqueo más antiguo que se conserva es el llamado “Erdapfel” de Martin Beheim, construido entre los años 1491 y 1493, está expuesto en el Museo Nacional de Alemania en Nuremberg, territorio convertido en el centro del mundo de fabricación. Algunos de gran fama como la pareja de dos grandes globos de 1683 de Luis XIV de Francia (terrestre y celeste) de cuatro metros de diámetro, realizados por el cartógrafo veneciano Vincenzo Coronelli, cuyo éxito fue tal que recibió una lluvia de peticiones adicionales.

Poniendo de nuevo los pies en la tierra, el origen de éstos instrumentos de trabajo para navegantes y astrónomos y luego convertidos en herramienta educativa, tiene aquí un aspecto puramente decorativo destinado al igual que lo fueron en ocasiones a ser objetos de prestigio, a ocupar un lugar cargado de valor y elegancia.